En memoria de Adriano
Eran casi las 22 horas del domingo 11 de agosto de 1973. Alrededor de veinticuatro horas después del accidente automovilistico en el que se vio involucrado, Adriano Romualdi expiraba en su lecho del hospital San Camilo de Roma. Menos de un año después desaparecería su principal maestro, Julius Evola: toda la cultura de Destra habría perdido así, en el veloz transcurso de tres estaciones, sus dos principales puntos de referencia. Desde entonces, los jóvenes de Derecha se vieron obligados a estudiar en la biblioteca del horfanato cultural.
Sonará extraño, pero cuando murió en aquel agosto del 73, Adriano Romualdi tenía solo 32 años. Su obra cultural estaba en sus inicios, pero había producido páginas de tal lucidez y rigor que se podía presagiar con total claridad el baluarte que aquella joven mente habría constituido para toda una cultura política y espiritual. La dureza del tono, la inexorabilidad de la lógica, el coraje de las afirmaciones y la exposición brillante hacían de su prosa un modelo de claridad. Un joven a quien suerte, númenes y hamingja habían dotado de un talento extraordinario, capaz de afrontar con competencia y rigor intelectual temas muy diversos entre sí, animado por un fuego interior inextinguible, y un joven que sobretodo había empeñado estos extraordinario medios en la "verdadera batalla
Alberto Lombardo, prólogo a "Las ültimas horas de Europa". A.Romualdi. Ed.Identidad, Valencia 2008
0 comentarios